TETUÁN, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El origen de Tetuán está en el castellum de Tamuda, al otro lado del Martín. Las ruinas de Tamuda son visitables si tomamos la carretera de Tetuán a Tánger, junto al río Martín. Se aprecia su trazado de campamento militar y alguna de sus puertas.
Tetuán es fundada por el Sultán mariní Abu Tabit en 1308, La entonces reducida fortaleza tenía un acceso fluvial a través del río Martín, que hacía de puerto de la misma. Arrasada por los castellanos en 1400 y por los portugueses en 1437 fue repoblada con emigrantes granadinos en 1483 por Sidi Alí al Madari. En 1859 los sucesos en la línea fronteriza ponen a Tetuán en el punto de mira de la información internacional. Estalla la guerra entre España y Marruecosy, tras la victoria de los primeros, Tetuán queda ocupada por varios años.
Los acuerdos internacionales entre las distintas potencias europeas harán que España y Francia se repartan Marruecos estableciendo un protectorado. Tetuán se va a convertir entre 1913 y 1956 en la capital del Protectorado Español. Después de la Independencia la ciudad sufre por una parte un cierto abandono y por otra un crecimiento desmedidoo en sus alrededores.
Desde Tetuán, la primera etapa del viaje en Castillejos, llamado hoy Fnideq, una pequeña población cuyos edificios más interesantes proceden del Protectorado Español, aunque están en muy mal estado. Continuando por la misma carretera veremos las ruinas de Dar Riffien, campamento de la Legión con aspecto monástico-palaciego al que no se permite acceder. Las playas en esta parte, Smir-Restizanga, son de arena fina y abundan las urbanizaciones. Más adelante atravesaremos Rincón, hoy M'diq, población de pescadores muy activa, llegando a la bifurcación de Cabo Negro, en donde podemos elegir continuar hasta Tetuán por la carretera general o hacerlo por la costa, pasando por el campo de golf hasta Río Martín, desde donde se accede también a la ciudad.
Ya en Tetuán lo mejor es seguir las indicaciones hasta el centro urbano y, desde la plaza circular de Muley el Mehdi, atravesarla hasta llegar al aparcamiento público donde podremos dejar el vehículo sin temor.
Recorrer la ciudad es sencillo, ya que puede hacerse a pie sin dificultad. La plaza de Muley el Mehdi es atravesada por una amplia avenida que comunica con la plaza Al Hadala, al oeste, y la plaza de Hassan II hacia el este. Entre una y otra está el denominado Ensanche Español con edificaciones notables de arquitectos como Carlos Ovilo, Manuel Latorre, Casto Fernández Shaw o José María Bustinduy.
La avenida que comunica la plaza Muley el Mehdi con la plaza Hassan II, se denomina Mohamed V y en ella encontramos buena parte del comercio más destacado, con bien presentadas cafeterías y pastelerías donde poder hacer un alto en el camino. Al final de la misma, en la plaza Al Yalaa, está el museo Arqueológico.
CHAUEN, LA CIUDAD SANTA DEL NORTE
Chauen es la otra gran ciudad morisca del norte marroquí. La ciudad Santa de la región está a 600 metros de altura y para llegar a ella hay que tomar la carretera de Ceuta a Tetuán. Podemos entrar en esta última población o circunvalarla para salir a la carretera de Tánger. A unos 4 km de distancia aparece la P28, que es la carretera en dirección a Chauen, en la que encontraremos magníficos paisajes y algunos puestos de cerámica.
Fue fundada por Muley Alí Ben Rachid en 1471, justamente en el momento en que los portugueses habían unido a Ceuta las ciudades de Alcazar Seguer en 1458 y Tánger y Arcila en 1471. Sometida en 1561 a los saadíes, gozó de una prosperidad que mantuvieron los alauitas, estando prohibida su entrada a los extranjeros hasta la ocupación española que se produjo por vez primera en 1920 y de forma definitiva en 1925. Desde entonces, la actitud de las autoridades del Protectorado irá encaminada a preservar y conservar tanto la medina como la alcazaba.
Al llegar a Chauen, lo más cómodo es entrar por la avenida Mohamed V a la plaza de su nombre. Centro del ensanche, de planta circular, tiene en su torno algunos edificios interesantes como la antigua Iglesia. Aunque la avenida Hassan II nos lleva directamente hasta bab al Mukaf, la puerta más famosa de la población, les recomendamos que continúen, rodeando la medina, por la misma avenida hasta llegar a la plaza del Parador, donde podrán emprender el recorrido en sentido descendente.
La ciudad tiene tres colores básicos: el tierra de sus murallas, sus pavimentos y algunas delas fachadas de sus casas; el blanco típico de sus encalados y el añil, que da esas particulares luces que nos asaltan a cada paso por las calles y adarves de su medina.
Para quienes gusten de la aventura, si es de día, y llevan vehículo en buenas condiciones, les recomendamos hacer la vuelta por la carretera que va a Tleta de Oued Lau. En sus cercanías, hasta Alhucemas, se encuentra Targa con su castillo roquero y Bou Ahmed. Hacia Tetuán, las perspectivas sobre la playa son magníficas, terminando en el cruce de Sania Ramel, pudiendo volver a Ceuta tanto por Río Martín como por la carretera general.
UN PASEO POR LA COSTA: ALCAZARSEGUER, ARCILA Y LARACHE
Una de las excursiones más placenteras es seguir la carretera que va de Ceuta a Larache por la costa atlántica. El que no se permita el paso por el puesto fronterizo de Benzú nos obliga a comenzar el recorrido en el puesto del Tarajal y, tras las formalidades acostumbradas, ponernos en camino. Sin embargo, actualmente existe una entrada, antes de llegar a Castillejos, que nos permite circunvalar esta pequeña población y ahorrarnos atravesarla para tomar la carretera en cuestión, que es la S704.
A pocos kilómetros de Castillejos encontramos la carretera a Beliunesh, una pequeña ciudad en una bella ensenada natural, cuyos orígenes parecen ligarse a la invasión árabe del siglo VIII. Constituida como población de recreo de las élites ceutíes durante la edad media, Beliunesh vivirá sus momentos de mayor apogeo durante los siglos XIV y XV. Actualmente son frecuentes las excavaciones arqueológicas, algunas de ellas están a la vista.
Aunque la isla del Perejil no está en la ensenada de Benzú, sino en la de Almarsa, desde punta Leona se puede ver perfectamente el célebre islote que ha dado lugar a un conflicto diplomático, en época reciente, entre España y Marruecos.
Alcazerseguer está a 35 km de Ceuta. Se trata de una pequeña población que se deja abrigar por una ensenada, en la desembocadura del Udad Alcázar. Un lugar con hermosas playas y varios restaurantes interesantes en la misma carretera. Sin embargo, lo más importante de Alcazerseguer son las ruinas de su castillo, en buena parte fruto del dominio luso datado entre 1458 y 1550.
Tánger se encuentra a 33 km de Alcazerseguer. Antes de llegar, en punta Malabata, podemos divisar la magnífica bahía en la que está asentada. La historia de Tánger se remonta al siglo VI antes de Cristo, aunque sus restos más antiguos se mueven entre los de las épocas púnica y romana. Como otras ciudades del Estrecho, fue vándala y bizantina antes de la invasión árabe de comienzos del siglo VIII. Las centurias siguientes transcurren entre los cambios de dinastías y su vocación de apertura comercial y portuaria a otros puertos mediterráneos. Después de un intento fallido en 1437, es conquistada por los portugueses en 1471, entrando en la corona de los Austrias a la muerte de Sebastián I y volviendo a Portugal tras la sublevación de 1640, siendo entregada a Inglaterra como dote de la Infanta Catalina por su boda con Carlos II en 1661. Evacuada por los ingleses en 1684, su papel en la zona comienza a revitalizarse durante el siglo XIX al convertirse en capaital diplomática del Imperio.
En el reparto colonial del país, en 1906, Tánger quedó fuera del poder de las dos potencias en litigio, España y Francia, quedando sometida a un estatuto de internacionalidad, que se mantendría hasta la independencia, en 1956, si exceptuamos los 5 años de ocupación española -1940-1945- con el pretexto de garantizar su neutralidad durante la II Guerra Mundial.
Como casi todas las ciudades del norte marroquí mantiene una medina y un enorme ensanche, con construcciones de arquitectos españoles y franceses en su parte central, que nos hablan de estilos y apellidos de indudable prestigio en la arquitectura del siglo XX.
De Tánger a Arcila hay 62 km de hermosa ruta, en general a la vista del mar. Podemos optar por dos salidas diferentes, en función de nuestras prisas: la primera es la más turística, que va por la costa hasta prácticamente el cruce con Cotta, pasando por el mirados de Perdicaris, el Cabo Espartel, en donde se encuentra el Faro, y las grutas de Hércules, cavidades calcáreas naturales en las que se sitúa uno de los episodios de los trabajos del héroe. La segunda llega directamente y por el interior hasta el cruce con Cotta.
Cotta es una pequeña factoría de salazones ubicada a unos 7 km de Tánger y a medio de las grutas de Hércules. Actualmente vallada y en ocasiones con difícil acceso, se trata de un complejo industrial romano que conserva sus piletas, termas, hornos y parte de la urbe con sus casas y calles.
Arcila se sitúa en la costa atlántica, a unos 8 km de la antigua Zilis, una ciudad romana fundada en el siglo II a. C. de la que se considera continuadora. La ciudad actual estuvo en manosde los idrisíes en el seiglo VIII y sufrió la invasión normanda en el siglo IX pero logró mantenerse en manos de las diferentes dinastías reinantes hasta ser conquistada por la flota portuguesa en 1471.
La operación fallida proyectada en 1578 por Sebastián de Portugal, para conquistas Alcázarquivir desde Arcila dio lugar no sólo a la muerte del monarca, sino al abandono de los establecimientos comerciales de la costa Atlántica. Arcila quedará en manos españolas hasta que Muely Ismail se haga con ella en 1691. En 1911 es ocupada de nuevo por España, haciéndose célebre por su vinculación a Muley Ahmed Raisuni, ora hombre fuerte de nuestras autoridades, ora caudillo rebelde, cuya vida acabaría en manos de Abdelkrim en 1925.
La ciudad antigua es la urbe amurallada portuguesa que conserva toda su belleza, tanto en sus muros con troneras y cañones, como en sus puertas y torres. Entre los lugares emblemáticos el mirados que se abre sobre el espigón y puerta del Mar, la plaza y torre del Homenaje y el palacio del Raisuni. Su casco urbano es limpio, siempre blanqueado, peatonal y sembrado de comercios. En muchos de sus muros hay pinturas murales fruto de los festivales organizados cada verano.
Si tenemos tiempo y queremos completar la excursión, en tan sólo 25 km de Arcila llegaremos a Larache. 4 km antes encontraremos la señal que marca el acceso a las ruinas de Lixus. Es visita obligada.
Lixus es el nombre de la ciudad romana más importante entre Tingis y Sala, en la desembocadura del Lucus. Sus orígenes se remontan al siglo VII antes de Cristo, y tras el establecimiento púnico, se desarrolló como próspera instalación industrial de fabricación de salsamentas a comienzos de la era, bajo dominio romano. Como buena parte de estas factorías, dejó de ser ocupada en el siglo V.
La historia de la actual ciudad de Larache parece remontarse a épocas más cercanas. Las primeras referencias son del siglo IX, pero sin que haya continuidad hasta su vinculación al corso, en el siglo XV-XVI. Es entonces cuando los reinos peninsulares se plantean su conquista, entre otras cosas por ser utilizada por las naves piratas de Barbarroja. En 1610 un acuerdo con el sultán Muley Zidán permite su ocupación por la armada de Felipe III, dando lugar a su fortificación por ingenieros españoles. Reconquistada por Muley Ismail en 1689, sufrió un período de despoblación a mediados del siglo XVIII para renacer de manos de Muley Abdalá en 1758, época a la que debe la Mezquita al Quivira y su Madrasa. Entre 1911 y 1956 fue ocupada por España pasando con posterioridad a formar parte de su Protectorado.
Larache es otro ejemplo de yuxtaposición de ensanche europeo a la medina originaria. Se hace gracias a la demolición de parte de su muralla y conversión en lienzo de edificios porticados, diseñado por José Larrucea. En su parte alta nos sorprende la Casa del Gobernador, la Torre de las Cigüeñas y la del Judío, fortificación levantada durante la primera ocupación española del siglo XVII. Inmediato al Palacio, el castillo Laqaliq, curiosa fortificación triangular que contrasta con el castillo de San Antonio, poligonal sobre base cuadrada.